sábado, marzo 31, 2007

EL MUNDO COLORAO SEGÚN LOS GUAJIROS

EL MUNDO COLORAO SEGÚN LOS GUAJIROS


Por Juan Vives
Desde el Mediterraneo

Entre los recuerdos de los primeros años de revolución existe uno que afecciono particularmente y que cada vez que lo recuerdo no me queda otro remedio que reirme.

La revolución jamás fué esa cosa ascendente verticalmente sin tacha y sin miedo, Lenín escribió en su libro sobre el empiriocritisismo, muchas observaciones inaplicables al sistema, pero cuando habló de la enfermedad infantil del izquierdismo, un paso adelante y dos atrás, no puedo imaginar hasta que punto describiría el socialismo en Cuba.

Ni paso alante ni atrás ni un coño de su madre. En Cuba aquello fué a paso de rumba desordonada en un guaguancó histérico y desenfrenado.

El socialismo a la salsa tropical a veces produce lo inenarrable, donde el surrealismo nos golpea de frente y nos lleva más allá de lo ininmaginable;pero pasemos a este recuerdo particular, que refleja bien la conciencia política de un pueblo en revolución.

Esta memoria es una perla del rosario de confusiones de venturas y desventuras de la isla roja.

Durante mi breve pasada por Camagüey en el estado mayor del ejército central, como no teníamos gran cosa que hacer Radio Cadena Agramonte, la radio provincial estaba encendida todo el día en el recinto del oficial de guardia, que intentaba con su ayudante de pasar las 24 horas de su turno. Aquella noche “ Merengue” un mulato santiaguero de las tropas de Almeida que ni se sabe porque había ido a parar ahí y que estaba de sub oficial de guardia nos llamó para decirnos que el domingo Fidel inaguraría una granja gigante que se llamaría EL TRIÁNGULO LECHERO.

Y dale con la radio y el triánggulo lechero, los periódicos locales y hasta los nacionales insistían en esta granja modelo que daría leche y carne al país y hasta alcanzaría para matar el hambre de la mitad de América Latina.

Hasta publicaban un mapa de la superficie y del centro de dirección del plan, un chalet de madera muy lujoso con grandes salones, en lo que en los muros colgaban grandes gráficos para contabilizar hasta cuanto produciría cada uvre de vaca.

Bueno eso no sale de tierra así como así, le pregunté al viejo Abelardo que había sido un viejo cartero reciclado en jefe de comunicaciones que era camagüeyano si él conocía el lugar.

Con mucho secreto me dijo que todo el mundo conocía el RANCHO Q, que fué propiedad de los americanos hasta su intervención. Bueno era el mismo perro con diferente collar, lo único nuevo era el chalet lujoso que habían construido y llenado de burócratas, casi por cada empleado había un jefe y un jefe por cada jefe ¿Y las vacas en todo esto? Bueno de eso se hablaba en tiempo futuro. . . habrá.

Se anunció que Fidel vendría a la inaguración y que estarían presentes varios dirigentes de la revolución y del ANAP (asociación nacional de agricultores pequeños).

Estábamos en pleno carnaval y todo el mundo lo que pensaba era salir vestido de civil para parrandear. En el club deportivo de Camagüey estaba la orquesta Aragón que se turnaba con otra orquesta y música que era puesta en los alto parlantes, hasta las cinco de la mañana. Las mujeres en muchos casos estaban disfrazadas con una máscara y era el fin del mundo. La cerveza y el ron corrían a flote y cuando entrábamos a la jefatura del estado mayor era para dormir la mona, a veces cuando el ligue era bueno nos quedábamos en algún hotel de la ciudad y le pedíamos a algún amigo que justificara nuestra ausencia o que respondiera presente en nuestro lugar.

La PM (policía militar) salía en patrullas para recoger a los soldados escapados sin pase, a todo el que veían con el pelo corto le pedían el pase e incluso hasta algunos civiles los metieron en los camiones de basura que servían para las recogidas.

En medio de aquel ambiente carnavalesco nadie se interesaba a la historia del triángulo lechero ni un carajo; pero el caballo tenía ganas de meter un “teque” y como cuando se le ponía en ganas de dar muela, era imperioso que se pusiera a hablar mierda , sobre todo cuando era una asistencia por invitación.

Lo que tenía que pasar pasó y nos llegó una convocación para asistir al discurso de inauguración que daba el caballo. Maldita eran las ganas que teníamos de ir a oir durante horas las letanías encantatorias de Fidel, que cuando estaba de vena metía una botella de cognac debajo del pupitre de la tribuna, manoseaba los micrófonos, subía y bajaba la mano derecha con el índice acusador, hacía el mismo gesto con la mano derecha, se ponía de perfil a tres cuartos, tomaba el vaso que tenía escondido y se empujaba un buche y rellenaba el vaso y muérdele el rabo a la jutía. Los discursos públicos en la Plaza de la Revolución, se media más con el cognac, pero cuando era como diríamos casi en familia, terminaba con tremendos peos hablando mierda.

Pensé para mis adentros que ese día en medio de la guajirada y los altos oficiales del ejército y dirigentes provinciales, la que nos esperaba era un día más largo que una longaniza del día de reyes; pero había que asistir y punto.

Estábamos citados para las tres de la tarde, la hora en que mataron a Lola y a nosotros nos iba a matar el sol que rompía las piedras.

Cuando llegamos aquello le pusieron todos los hierros, los dos locutores preferidos de Fidel estaban preparando al público selecto; Manolo Ortega y Cepero Brito, las dos cotorras ñángaras que animaban los grandes momentos de los actos preferidos de Fidel. Estaba el servicio taquigráfico del consejo de ministros, que tenían el trabajo de transcribir todos los discursos y eliminar las cacofonías y errores para que los discursos fueran reproducidos en los periódicos sin la menor falta. A veces cuando la metedura de patas era fenomenal como cuando Fidel repetía “becados” en vez de becarios, la falta pasó al lenguaje corriente sin que nadie se atreviera a decirle que estaba cometiendo una falta; si el comandante decía becada, no se trataba de una ave, era simplemenet un estudiante.

Difundían himnos de la revolución y marchas combatientes para levantar el espíritu del público que estaba diseminado en rangos cerrado delante de la tribuna en donde instalaron un pupitre con dos micrófonos.

Cuando llegó Fidel, Manolo Ortega se desgañitó dando grito de viva Fidel y otras miesrdas por el estilo.

Para iniciar el acto anuncian que tomaría la palabra un miembro de la ANAP de la región . El presidente de la ANAP, Pepe Ramírez estaba orgulloso que su pupilo abriera las hostilidades.

De pronto un guajiro con guayabera se leventó de la primera fila del estrado de la tribuna y casi de un brinco cogió el micrófono y empezó a gritar a reventarse la camapanilla.

-Los americanos dicen que somos comunistas porque hicimos la reforma agraria, que somos comunistas porque hicimos la campaña de alfabetización, porque las escuelas son gratis. . . De pronto rojo como un tomate tomó aire para seguir su arenga y dijo-Pero más comunistas son ellos que nos están bloquendo, más comunistas son ellos que están bombardendo Vit Nam, más comunistas son ellos. . .

Aquí Fidel salto hacia donde estaba el pobre guajiro que realmente no sabía lo que estaba diciéndo falta de cultura política o a causa de la borrachera que tenía, pues para darse ánimo de hablar antes que Fidel, se disparó media botella de ron. Fidel lo cogió por el cuello de la camisa por detrás y lo sacó de un tirón de estrado en forma de pupitre cue solo dejaba la mitad del torso afuera y el tipo cayó sentado de culo.

Fidel gritó una tropelía de injurios de peso, cagádose en la madre del guajiro y descendió de la tribuna y se fué como alma que lleva el diablo.

Entre Manolo Ortega y Cepero Brito intentaron justificar el incidente oratorio a la emoción del guajiro Pepe RAMIREZ el inamovible presidende de la ANAP intentó como pudo areglar las cosas, pero el mal estaba hecho y las risas retenidas se escuchaban en lo que comenzó como un murmullo y terminó a carcajada limpias.

Nunca supe que fué más del desgraciado guajiro, que pienso, que fué más el desconocimiento, la nerviosodad , la confusión; de la emoción al estado puro, que de un pensamiento deliberado. Lo que era seguro que su vida de dirigente del sector agrario había llegado a su fin y estaba condenado hasta los fines de sus días a ser simple obrero en el mejor de los casos.

La lección a retener era que los americanos eran más comunistas que nosotros por las barbaridades que cometía.

Cuando yo digo que la confusión de sentimientos en Cuba es grande.

En cuanto al TRIANGULO LECHERO que nunca funcionó y que quedan tres vacas flacas cagonas y que nunca se sacó ni leche ni carne, por supuesto es culpa del imperialismo americano que seguramente metió un embargo sobre le yerba de guinea.